Mallorca Live Festival 2024 (Primera Jornada)

El cabeza de cartel ¿local? ¿nacional? ¿internacional? de la primera jornada del Mallorca Live Festival empezó a atraer a su joven público más de una hora antes de que comenzara el espectáculo. «Nos han dejado pá lo último», pero algo estaban haciendo bien los programadores si tanta gente se reunió en uno de los últimos conciertos de la primera jornada del MLF 2024.

Sin cambio de vestuario, Daniel Heredia se olvidó de presentarse a sí mismo hasta bien comenzado el concierto. «De la emoción», dijo. Esta vez sin grandes marcas ni cambios de estilismo, el mallorquín se presentó con una camiseta vintage del RCD Mallorca y unos tejanos rasgados que nos hacían sentir, quizás, que Danielito se sentía en casa.

Aunque en conciertos anteriores pareciera que Rels B, o Skinny Flakk, estuviera dejando de lado sus canciones más antiguas, en el MLF sacó algunas de las canciones más antiguas de su repertorio: ‘La prisión’, en la que el autor critica algunas de las dinámicas del mundo musical: «Esta gente se vuelve mala / Si ven que ganas y que ellos no». Lejos de los medios tradicionales, el artista recordó al público que es gracias a ello que puede ganarse la vida.

Juegos de luces, humo y fuego impactantes para un cantante nacido en el hip hop y que ha evolucionado al pop de masas. Subidón y emoción máxima cuando anunció que iba a cantar «el himno de las Baleares»: ‘Shorty que te vaya bien’, ‘La última canción’, ‘Lo que hay por aquí’ o ‘Mejor no nos vemos’ fueron otros hitos que causaron furor entre los más jóvenes.

Tanto al principio como al final del concierto unas imágenes similares a stories de Instagram: ‘A new star is born’ para cerrar el concierto: imágenes de la madre, de la abuela, viajes a Islandia, México y Nueva York… «A veces los sueños se hacen realidad», sobre todo si te lo curras tanto y tan bien como él.

El concierto de Rels B en el MLF 2024 fue de esos conciertos que agotan física y emocionalmente. De los que se acaban y puedes decir sin ningún tipo de remordimiento: «Me voy pá casa» porque es casi imposible volver a vivir en una noche algo del mismo calibre.

Pero antes de todo ello, hubo mucho, muchísimo. Llegar a las seis de la tarde al festival que llevas esperando un año es un momento emocionante. Ver el despliegue de esta edición de los agentes de seguridad y de los guardias civiles a la puerta también lo es, aunque quizás por otras razones.

Una barrera humana de controles fue la encargada de dar la bienvenida al festival de este año, sin duda. Al superarlo, las cámaras de IB3 esperaban ansiosas para escuchar las primeras impresiones de los más puntuales. Groovert fue el encargado de apretar al Play para dar el sus al festival musical de referencia en Mallorca. Un cuarto de hora más tarde, Maria Hein ofrecía un concierto impecable de pop electrónico acompañado de visuales inspirados de Sailor Moon y de paisajes japoneses. Aún era pronto y solo éramos un centenar disfrutando de su concierto hipnótico y dinámico, acompañada de DJ y de bailarines. «Me feia molta il·lusió cantar a ca nostra». Cómo no.

Los camareros aún no tenían demasiado trabajo, se acercaba el golden hour y Rocío Saiz se subía al escenario con una energía desbordante. Se metió entre el público y no paró de hablar en lo que acabó siendo un concierto buenrrollista y casi-de-monólogo-cómico. Con frases a sus espaldas como «YO AHORA HETERO PERO AHORA CREO», la madrileña hizo reír, saltar y bailar con temas como ‘1984’, ‘No estoy bien’ o ‘Autoestima’. Imposible no preguntarse qué hacían allí todos esos jovenzuelos: «Esta gente que tiene doce años se está preguntando quién es esta», decía Rocío. Ah, claro, que esperaban a Funzo & Baby Loud.

Con el dúo llegaron los primeros coros masivos. Mayormente imberbes, ergo reales y representativos de cómo funciona el mundo hoy día. «Es un gilipollas pero tiene una moto». Lo dicho: generacional. Y para real y creíble, el optimismo y la efusividad de Dani Fernández. Su canon musical es la ortodoxia televisiva, por tanto la intensidad asequible, lo cual no lo deslegitima. También es plenamente accesible el rock macerado de los uruguayos No Te Va Gustar, y así gustaron, mucho. Más coros masivos.

Antes de todos ellos los locales Ultraviolet fueron capaces de sublimar un concierto atropellado (hubo de interrumpirse por problemas de sonido), y se erigieron en la sorpresa de la jornada para quienes no conociera a la banda y en la confirmación para quien ya supiera de su directo vehemente, poderoso y hasta palpitante. Y después de todo lo mencionado, un tren atropelló al festival: La Élite. Sin necesidad de masas de público, por tanto con todo el espacio del mundo para poguear, el dúo actuó de principio a fin de la única manera que parecen saber hacerlo: vapuleando tímpanos y convencionalismos. Y haciendo bailar muchísimo. Como corolario al repaso de este párrafo, otros que no saben hacer las cosas de otra manera que no sea emocionantemente redonda: Love of Lesbian.

En la zona The Club estaban ya los más hipsters de entre los hispters, neofonderos nacidos en Borneo, crecidos en California y disfrazados de los tocados más atávicos posibles para escuchar una noche de gran calidad: los beats andinos y cumbieros de Chancha vía Circuito & El Búho hicieron bailar, y cómo. Omar Souleyman salió impertérrito con su jillaba y keffiya típicas e hizo bailar al público a ritmo de música árabe electrónica inspirada en el dabke, es decir, la música típica de las bodas árabes. Dicen que o lo odias o lo adoras, y seguramente tienen razón.

Pero aún quedaba tiempo, y mucho, para ver tres propuestas impecables: Nickodemus, Acid Arab y Jamz Supernova. Ejemplar la progresión desde la heterodoxia multigénero de aire analógico hasta el zapatillismo de club y también tribal, incontestable en lo urbano y también mundano. A lo lejos se veía el gran despliegue de la Bresh pero eh, que hoy es el primer día y hay que reservarse para mañana.